Microcuentos de junio

Pequeños relatos para llevar

Por Estefanía Millán

La protagonista siempre es agraciada y tiene una sonrisa que encanta a todo el mundo. Tiene una alegría y una nobleza en su interior tan fuertes que sobresalen con cada parpadeo de sus ojos. Cada paso que da, es un baile, un musical sutil que solo podría mostrarse más ligero si levitara, aunque imaginársela volar no es tan difícil.

A la protagonista todo le sale bien, aun cuando le salga algo mal, le sale bien. Porque sabemos que eventualmente ocurrirán una sucesión de acontecimientos que la llevarán inclusive a un logro mucho mejor del que ella siquiera podría sospechar.

La protagonista todo lo puede arreglar. No sólo se ayuda a sí misma, sino a los demás. Y por supuesto, también recibe ayuda angelical en su camino. En cualquier callejón, café, supermercado estará ese padrino, esa madrina, que le brinda su apoyo y respaldo intelectual, emocional y económico. ¿Por qué razón? ¡Porque la protagonista tiene un carisma inútil de resistir, claro!

Ningún lugar de su camino es sinsentido, cada rincón por muy insignificante que se vea, es pieza del gran rompecabezas.

La protagonista está leyendo estás líneas aunque aún no parece convencida del poder y la magia que tiene en su propia historia.

Lo tachaban de ladrón. Y no lo podía negar, casi todos los panes fueron resultados de un hurto nada especial. Los insultos y golpes eran gratis y de diario sin importar los perjuicios del lugar.

Se dio cuenta de que algo iba mal cuando ya ni el viento en su cara podía disfrutar.

Alguien se acercó, pero esta vez no recibió dolor. Sintió caricias por las orejas y por su lomo multicolor. Tardo más de lo esperado, pero finalmente recuperó esa dicha en su rostro y el gusto por el aire…

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